La convivencia, los malentendidos cada vez más frecuentes, las discusiones por cuestiones banales, una vida sexual empobrecida, discrepancias acerca de la crianza de los hijos, un desequilibrio entre el trabajo-vida privada, una infidelidad…
Estos son algunos de los motivos más comunes por los cuales las parejas suelen acudir a terapia. Si bien es cierto que todos ellos son de naturaleza distinta, tienen un denominador común: la comunicación.
Las relaciones de pareja, como cualquier otra relación interpersonal, se ven claramente afectadas por una pobre comunicación. El tono, el contenido, palabras extremas como “siempre” o “nunca”, reproches continuos… todas estas cuestiones hacen que nuestras interacciones sean más negativas que positivas.
Si la situación se mantiene, a medio plazo seguramente nos sentiremos agotados y otras áreas de la pareja como el afecto y la sexualidad se verán afectadas, agravando más la situación.
Esperar a que el tiempo mejore la situación probablemente no sea la solución más efectiva. Si tú o tu pareja sentís cierto malestar, es hora de actuar.
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