En ocasiones hablamos del apego con una connotación negativa. Entiendo porqué: nos genera malestar. Pero no debemos olvidar algo: el sistema de apego ha sido nuestro aliado. Sí, verás: cuando éramos bebés completamente dependientes, el vínculo afectivo que establecemos con nuestros cuidadores principales llamado apego era nuestra fuente de seguridad: nos permitía, literalmente, sobrevivir. Y sobrevivir es sinónimo de seguridad.
De hecho, apego y seguridad o, en su defecto, apego y miedo, van de la mano.
Estoy segura de que ya te habrás dado cuenta pues, cuando experimentamos miedo dentro de la relación se activa nuestro sistema de apego.
Cuando hablo de miedo, no solo me refiero al miedo al abandono o a las consecuencias de la fragilidad del vínculo, sino también el miedo a perdernos dentro de la relación, o a perder nuestra libertad e independencia.
Cuando el sistema de apego se activa nos invita (a veces, de forma muy insistente) a recuperar nuestra seguridad a través de unas u otras estrategias según nuestra tendencia de apego.
La tendencia de apego que hayamos desarrollado durante las primeras etapas de nuestra vida depende de la relación que se estableció entre nuestros cuidadores principales y nuestra persona; y ésta determinará en gran medida cómo nos relacionamos con los demás (también, por supuesto, con nuestras parejas en el área sexoafectiva).
Digo determinará en gran medida, que no en su totalidad, porque todos los vínculos dejan una huella más o menos importante y, aunque en la infancia somos como espongitas, seguimos aprendiendo a lo largo de toda la vida; por lo que los vínculos que construyamos, especialmente en el área sexoafectiva, también influirán en nuestro estilo de apego haciendo que este se mueva más bien hacia una tendencia insegura o, si nuestra relación está caracterizada por la seguridad emocional, más bien hacia una tendencia segura.
Existen varias tendencias de apego, como seguramente ya sabes. En este post voy a hablarte de una de las combinaciones más explosivas: apego ansioso X apego evitativo.
Si quieres saber más sobre las diferentes tendencias de apego, las necesidades emocionales que tenemos según nuestro estilo de apego, lo que puede necesitar nuestra pareja según su tendencia, los disparadores emocionales y lo que necesitamos para volver a recuperar la seguridad, echa un vistazo a mi libro Amor sano, amor del bueno en el que hablo sobre apego, pero también sobre necesidades afectivas, seguridad emocional y, en definitiva, sobre construir relaciones sanas y seguras (haz clic aquí si quieres saber más).
Si un miembro de la pareja se vincula desde una tendencia de apego ansiosa y la otra parte lo hace desde una tendencia más bien evitativo, es más probable que experimentemos malestar dentro del vínculo que si ambos nos vinculamos desde una tendencia más bien segura.
¿Por qué? Porque una parte de nuestras necesidades emocionales irán en sentido opuesto, y porque necesitaremos justamente lo contrario para recuperar la seguridad después de perderla, cuando se produzca una ruptura del vínculo (que no de la relación).
En resumen: si una parte tiene una tendencia ansiosa y, la otra, más bien tirando a evasiva, necesitamos cosas distintas. Y, en ocasiones, cuanto más extremas sean nuestras tendencias, más contrapuestas serán nuestras necesidades dentro del vínculo, y más contrapuesto será lo que necesitemos para sentirnos seguros en la relación.
Desgranémoslo:
Mientras que la persona con apego ansioso necesita experimentar cercanía y conexión de forma constante, para sentirse segura en la relación, experimentando miedo ante la pérdida del vínculo o un potencial abandono, y exhibiendo una gran sensibilidad a la fragilidad del vínculo o a amenazas potenciales que pudieran traducirse en un abandono real o percibido;️ la persona con una tendencia de apego más bien evitativa necesita mantener su independencia (a veces, puede parecernos excesiva), para sentirse segura en la relación, de lo contrario se sentirá ahogada, como que pierde su identidad y, ante tal experiencia emocional, apostará por poner distancia incluso acabando con la relación de forma abrupta para volver a recuperar su seguridad.
Pero, como suele suceder en las interacciones entre personas que sienten y padecen, y que se interrelacionan entre sí, las respuestas de una parte influyen en el sentir y en las respuestas de la otra.
En concreto, en el caso que nos ocupa, es probable que la distancia que pone la persona con apego evitativo confirme la creencia inconsciente de la persona con apego ansioso de que el amor no va a estar cuando lo necesite y que, por lo tanto, debe poner en marcha todo tipo de mecanismos para asegurar que su pareja se quede (y esto implica confirmaciones constantes, dejar de lado nuestras necesidades para que las de nuestra pareja estén satisfechas y decida quedarse...).
Por su parte, la persona con apego ansioso, al necesitar cercanía y conexión, está proporcionando a la persona con apego evitativo justamente lo contrario de lo que necesita para sentirse segura: en vez de aceptar su autonomía e independencia, pide cercanía y conexión. Cercanía y conexión que, cuanto más se pida, menos probable es que vaya a recibirla por parte de la persona con apego evitativo.
La persona con tendencia evitativa, por su parte, no dudará en distanciarse hasta llegar al punto de poner fin a la relación cuando, ante las peticiones de su pareja, experimente malestar y quiera volver a recuperar su autonomía e independencia, puesto que es en estas condiciones en las que se siente insegura y, a través de la distancia y del salir del vínculo, es cómo recupera la seguridad tras una situación en la que se ha precipitado la pérdida de la misma.
Las interacciones anteriores afianzarán el bucle ansioso-evitativo.
Es importante recordar lo siguiente: que nos vinculemos de forma distinta, que tengamos necesidades emocionales diferentes, no significa que ambas no necesitemos del vínculo, de la conexión. Y es que tanto las personas con apego ansioso como las personas que se vinculan desde un estilo evitativo desean tener relaciones de pareja; por lo que, tras una crisis, es probable que se planteen retomar la relación.
En este caso, la persona con tendencia ansiosa tendrá mayor miedo al abandono (porque, siendo honestos, ya ha sucedido y ahora no es un miedo infundado); por lo que sus demandas de confirmación serán mayores, generando mayor sentimiento de rechazo hacia la cercanía y la conexión por parte de la persona con apego evitativo, afianzando todavía más el bucle y precipitando una nueva crisis salvo.
Una pregunta que recibo a menudo es: ¿y este tipo de relación puede funcionar? Mi respuesta es depende. Depende también de qué tan dispuestos estén los miembros de la pareja para hacer un trabajo interno a título individual y a nivel de vínculo que gire en torno a:
- El reconocimiento de patrones de vinculación
- La identificación de nuestras necesidades emocionales
- La exploración de nuestros disparadores y la identificación de qué necesitamos para recuperar nuestra seguridad
- La regulación de nuestras emociones a través de herramientas sanas para nuestra persona y para el vínculo
- El trabajo en regulación mutua dentro del vínculo: trabajo en torno a la seguridad, responsabilidad afectiva y toma de conciencia del impacto que nuestras respuestas tienen en nuestra pareja, y vice versa
Y, ¡atención, porque esto es importantísimo! también y, sobre todo, que consigamos hacer que la relación funcione* dependerá de qué tan opuestas sean nuestras tendencias: cuanto más contradictorias sean nuestras necesidades, más lejos estaremos de poder encontrar un punto intermedio que contribuya a la seguridad en el vínculo. De hecho, es posible que, por mucho que queramos trabajarnos y trabajar en el vínculo, nuestra mochila emocional y nuestras necesidades nos distancien, irremediablemente.
*Importante también: yo, personalmente, entiendo que una relación funciona en la medida en la que somos capaces de construir un vínculo sano y seguro en el que las necesidades de ambas partes son honradas, no en su totalidad, pero sí suficientemente bien como para sentir que la relación promueve nuestro bienestar.
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Si tu situación te genera malestar y sientes que no cuentas con las herramientas para gestionarla, no dudes en buscar ayuda profesional especializada en el ámbito de las relaciones. Si deseas que seamos nosotras quienes te acompañemos en el proceso, estaremos encantadas de hacerlo. Puedes conocernos aquí y contactarnos desde el formulario de contacto.
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