Las relaciones abiertas no son nada nuevo, pero es cierto que los cambios sociales y la libertad de expresión entendida en el más amplio sentido, posibilitan que podamos dejar los convencionalismos de lado y apostar por el tipo de relación que más encaje con nosotros/as.
"¿Crees que podría llevar una relación abierta?" o, al contrario: "¿crees que es mejor que nos volvamos exclusivos/as?". Son preguntas que de vez en cuando ponéis sobre la mesa en terapia.
Mi respuesta está clara: Las relaciones de pareja deben ser una fuente de bienestar (aunque no la única). Y éste es - para mí - el principal criterio a la hora de considerar el tipo de relación de pareja que mejor se ajusta a cada persona (y a cada momento).
Monogamia, poliamor, swinging,... Independientemente del tipo de relación que se escoja, en mi opinión, lo verdaderamente fundamental es que se cumplan los siguientes requisitos: 1. preservar la integridad física y emocional 2. respetar a todas las partes implicadas 3. poner en conocimiento de las partes lo que podemos ofrecer (y qué no), y pedir a las otras partes que hagan lo mismo 4. obtener consentimiento explícito de cada una de las partes implicadas Ahora bien, una relación abierta nunca debe aceptarse bajo presión (p.e. con el único objetivo de mantener a nuestra pareja a nuestro lado).
Cada persona debe ser libre de apostar por el tipo de relación que le aporte mayor bienestar y que sea más acorde con sus valores y manera de entender la vida en el ámbito sentimental. En el momento en que situamos el foco en otro objetivo, debemos reconsiderar la relación.
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