Mereces que te quieran, aunque tĂș no lo creas
- Montse
- 6 may 2022
- 2 Min. de lectura
Una autoestima en baja forma puede llevarnos a tomar decisiones (quizĂĄs mĂĄs inconscientes que conscientes) que la deterioren todavĂa mĂĄs. Estoy pensando en quedarnos en una relaciĂłn que no nos hace bien, aceptando situaciones injustas para nuestra persona, olvidando nuestros estĂĄndares y dejando de lado nuestras necesidades en el terreno emocional.
Pero que nos quieran - o no - no depende de cuĂĄnto nos queramos.
Lo que sà depende de nuestra autoestima es qué tan «queribles» (capaces de ser queridas/os) nos consideramos.
Por favor, al leer las siguientes lĂneas recuerda que no se trata de juzgar, sino de entender; de entender para cambiar aquello que nos hemos estado diciendo, que puede no ser aquello que necesitamos decirnos para crecer y sanar.
Puede que en el pasado no nos hayamos sentido queridas/os por figuras emocionalmente significativas para nosotras/os. Incluso si esas personas nos quisieron, quizĂĄs no lo demostraron de la forma que necesitĂĄbamos. O quizĂĄs su amor fue condicional. O quizĂĄs su afecto estaba lleno de ambivalencia. O quizĂĄs su cuidado no estaba disponible cuando lo necesitĂĄbamos.
Como resultado, quizĂĄs aprendimos que ese amor no estaba disponible para nosotras de forma consistente, y creĂmos (de forma inconsciente) que no fue por otro motivo sino porque no lo merecĂamos.
O puede que en la edad adulta nos hayamos topado con personas emocionalmente no disponibles que nos ofrecen relaciones unilaterales o, en todo caso, no recĂprocas. O con personas cuyos sentimientos hacia nosotras/os aparecen y se desvanecen de forma intermitente. O con personas que nos han hecho sentir utilizadas. O con personas quienes siempre tienen alguna crĂtica que hacer y al lado de las cuales nos hemos ido sintiendo mĂĄs y mĂĄs pequeñitas/os.
De tanta intermitencia, de tanta inconsistencia, de tantas interacciones negativas que parecen girar en torno a nuestra persona, puede que nuestra mente «aprendiera» (incorporara de forma inconsciente) que ese era el amor que merecĂamos.
Y, como suele suceder con las creencias limitantes, no contemplamos la posibilidad de que la realidad fuera bien distinta: que, quizĂĄs, nos quedĂĄsemos con los aprendizajes «errĂłneos» fruto de una lectura sesgada, centrada Ășnicamente en nuestra persona, olvidando que en todos los escenarios anteriores habĂa mĂĄs de un/a protagonista.
Por eso, quizĂĄs ha llegado del momento de cambiar la narrativa y decirnos que, aunque a veces nos sintamos poco merecedoras/es de que nos quieran, merecemos ser queridas/os.
